No ha pasado mucho tiempo desde los días en los cuales Kobe
Bryant hubiera, de manera molesta, desestimado cualquier pregunta sobre cómo
sería el final de su carrera.
En un buen día, contestaría con un sarcasmo molesto. En un
mal día, te miraría mal y seguiría con una silencio congelado.
La mortalidad nunca ha sido un tema cómodo.
"Ahora soy el viejo," dijo Bryant, riéndose de sí
mismo mas disfrutando la imagen que esa frase conlleva. "Eso es lo que
esta gente me dice. Me dicen que yo soy el viejo".
Estábamos hablando sobre cuál sería su rol en el equipo de
Estados Unidos en los Juegos Olímpicos este verano. A sus 33 años, Bryant es
cuatro años mayor que el próximo jugador más viejo (Tyson Chandler) en el
equipo.
Bryant creció en un era en donde todavía no habían teléfonos
celulares ni YouTube, cuando Michael Jordan todavía metía miedo y Magic Johnson
era un ícono. La mayoría de sus compañeros de equipo creció mirándolo a él
jugar.
Es un poco extraño el lugar en donde se encuentra. Pero no
es el lugar solitario en el cual Bryant se encontraba al comenzar su carrera,
cuando tuvo problemas ajustándose como un adolescente de 17 años en un equipo
de veteranos que era dirigido por el maestro de la personalidad, Shaquille
O'Neal.
Ahora Bryant es el líder.
Las estrellas más jóvenes del equipo de Estados Unidos le
piden ayuda y luego se miden ante él en la cancha. Bryant entonces agradece a
aquellos que siguen su código.
Cuando un reportero le preguntó si él veía algo de él mismo
en el armador de los Oklahoma City Thunder, Russell Westbrook, quien se
distingue por a veces jugar sin ningún sentido de control, Bryant dijo:
"No solamente en la falta de control, sino en lo ultra-agresivo. Russell
es uno de esos tipos que, o lo vas a ayudar a ganar o él va a ganar sin ti. La
gente puede criticar todo lo que quieran, pero, para mí me ha funcionado. Ya he
ganado cinco de ellos [campeonatos]."
En el lenguaje de Bryant, eso es hablar bien de alguien. Y
no debe sorprender que con quien Bryant trabaja más es con las estrellas
jóvenes de Oklahoma City y con Chris Paul, de Los Angeles Clippers, quienes han
respondido con el mayor nivel del respeto -- la imitación.
"Yo soy de L.A. y básicamente me crié mirándolo a él
jugando", dijo el armador de Oklahoma City, James Harden. "Le tengo
mucho respeto. El estar en el mismo equipo con él, jugando por los Estados
Unidos, eso significa mucho para mí. Pero Kobe no nos ha dado mucha información
todavía. Quizás cuando se retire nos la dará. Tenemos una que otra
conversación, pero eventualmente, le sacaré la información".
Retiro. Surge esa palabra, otra vez.
En algún momento en las últimas dos temporadas, Bryant
parece que ha hecho la paz con ese concepto.
Su final está más cerca y es inevitable. Pero para la
sorpresa de aquellos que lo vieron reaccionar molesto ante la noción, Bryant
ahora no está ni negando ni peleando contra esa posibilidad.
"Ya han pasado 17 años. Quizás tenga tres años más,
máximo. Digo, 17 años es mucho tiempo. Muchas personas no han podido jugar por
tanto tiempo," dijo.
Por años, hemos especulado sobre cómo Bryant enfrentaría el
final de su carrera. ¿Se pondrá moles y agrio a medida que su capacidad
atlética disminuye? ¿Se frustraría con un equipo de Los Angeles Lakers ya
demasiado viejo para ser favorito?
¿Perderá la fé? ¿Perderá la esperanza?
Aunque pasara o empatara los seis campeonatos de la NBA que
ganó Jordan, uno tenía el sentido de que Kobe estaría escalando montañas hasta
el final.
Es difícil decir cuándo fue que Bryant decidió enfrentar
estos últimos años buenos como un hombre de estado. Pero parece que así decidió
hacerlo.
De vez en cuando, quizás haya uno que otro exabrupto. Y sí,
todavía pelea cuando sus compañeros de equipo de los Lakers que no igualan su
determinación y cría.
Pero una vez los Lakers lograron el cambio que trajo al
armador Steve Nash de los Phoenix Suns la semana pasada, Bryant supo que sus
últimos y mejores años no iban a ir a la pérdida. Finalmente parecía que estaba
comprometido con su rol.
Nash le da a los Lakers una oportunidad para ganar. Una
oportunidad real. Quizás no sean los favoritos, pero no necesitan serlo.
"Decidieron que van a ganar", dijo Bryant con un
sentido de apreciación. "Que era una decisión que tenían que tomar. Sabes,
Jimmy [Buss], y Mitch [Kupchak] decidieron que iban a ir por el campeonato
ahora".
Bryant ha estado hablando con el vicepresidente de jugadores
Buss y el gerente general Kupchak mucho durante esta temporada muerta. Está de
regreso en el círculo para tomar decisiones en la organización luego de una
extraña exclusión cuando Phil Jackson se retiró el verano pasado.
El que Buss y Kupchak hayan enmendado la situación debe ser
visto como una muestra de respeto a Bryant. Aparentemente, él lo ve de esa
manera.
Aunque, mirándolo bien, ningún lado tenía mucha opción. Los
Lakers le dieron a Bryant el contrato menos flexible de la NBA. Y Bryant lo firmó.
Más que eso, sin embargo, es la apreciación de Bryant de la
historia del baloncesto. Siempre disfrutó la noción de jugar toda su carrera
con un único equipo. Bill Russell lo hizo. Y también Magic Johnson y Larry
Bird. Kareem no lo hizo; ni tampoco Wilt o Jordan.
Kobe siempre ha tenido presente su legado y su lugar en el
deporte. Por años, trató de esconder eso. No quería hablar sobre Jordan, mucho
menos compararse con él. Pero ya eso es esfuerzo perdido. Ahora no es poco
común que haga referencias a Jordan sin que se las piden.
Cuando se le preguntó cómo su juego se unirá con el de Nash,
Bryant dijo: "Me pone en una posición natural, que es la posición de
armador tirador. Michael y Scottie, que era un gran facilitador, le permitió a
Michael hacer lo que él sabía hacer, que era anotar".
Todavía me sorprende escuchar a Bryant hablar tan abierta y
honestamente sobre cómo es que él compara con Jordan. Hubo tanto años en que ni
siquiera Jackson quería hacer ese tipo de comentario.
Pero la mortalidad tiene una manera de clarificar las cosas
para el ser humano. Lo que en realidad le importa. El legado que quiere dejar.
Después de que los Lakers perdieron contra el Thunder en la
segunda ronda de los playoffs, Bryant se tomó un poco de tiempo para descansar
y recuperarse de la temporada. Vio el resto de los playoffs en la televisión,
igual que nosotros. Contestó mensajes de texto de Dwayne Wade buscando ayuda y
habló con Westbrook por teléfono.
Se mantuvo pegado a medida que dos de los rivales de los
Lakers los superaron. No se escondió de esa realidad.
"Puedo salirme de mí mismo y darme cuenta de que tengo
cinco campeonatos y en algún punto uno tiene que compartir", dijo Bryant
con un poco de su conocida arrogancia. "Pero quiero mi campeonante el año
que viene".
Ese era el clásico Kobe. Arrogante y libre y tratando de
convertir un fracaso en una nueva determinación. Pero también era un Kobe
cómodo. El tipo de persona que puede salirse de sí mismo y conocer cómo los
otros se sienten sobre su presencia.
A través de los años, hemos conocido muchos lados de Bryant.
Lo hemos visto molesto, impaciente, deprimido y desencantado. Lo hemos visto
con determinación, terco y hasta vulnerable a la negación.
Comenzó su carrera con los Lakers y tal parece que la va a
culminar con ellos también.
Pero en el algún punto del camino, o quizás cuando los
Lakers salieron y buscaron a Steve Nash para que lo acompañe, Kobe Bryant
decidió que todo terminaría bien.
Por Ramona Shelbourne
ESPNLosAngeles.com
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